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“MAQUILLAJE DE UN CRIMEN” VII

“MAQUILLAJE DE UN CRIMEN” VII

Publicado en ColaboradoresMiércoles, 12 Marzo 2014 14:11
“MAQUILLAJE DE UN CRIMEN” VII
Nota de Redacción.-En el capítulo anterior, hemos sintetizado el relato de Ricardo Belmont, cuando tropieza con la amarga verdad de los “negocios paralelos” que realizaban su tío y sus primos, bajo la cobertura de la firma “Robel”.

Toda la dicha de un joven soñador, que aceptaba la dureza de un empleo subalterno-en la firma de su padre y sus familiares- se derrumba, al entender cómo así una empresa próspera, empieza a arrojar pérdidas, por el desmanejo económico de sus principales ejecutivos.

Ellos están fabricando “otros cosméticos”, con los insumos y la cobertura de marca de la poderosa “Helena Rubinstein”, que les ha otorgado una amplia franquicia.

Nacía un nuevo producto y un nuevo-doloroso-capítulo de este “Maquillaje de Un Crimen”.

Cedamos la palabra a Ricardo Belmont Cassinelli, autor de esta novela autobiográfica.


UNA NOCHE EN EL “NEPTUNO”

“Willy Marambio desgajaba sensacionales notas a través de su trompeta embrujada y las parejas se debatían en éxtasis de guaracha acalorada, cuando de pronto la voz del locutor rasgó la densidad del ambiente sin aire acondicionado, para proclamar: Señorita Iris Gómez de Santa Beatriz…El Señor Yambal, la busca acá en la puerta”…- Era una frase en clave, para dar a entender a la concurrencia, que los humores excitados por el calor bailarín, habían saturado el local haciéndolo casi asfixiante.

Y el “comercial” se refería a un desodorante que había empezado a invadir la capital, a través de vendedoras “al puerteo”, que iban mintiendo que se trataba de “un producto de contrabando”, que destronaba a todos los conocidos desodorantes, pero que por ser “clandestino”, sólo se vendía a diez soles la barra. Lo demás lo hacía el poderoso “radiobemba”, que siempre ha sido en Lima, el más importante sistema de publicidad que alguien pudiera imaginar.

A nadie además, se le hubiera ocurrido, que el publicitado “Yambal de contrabando”, se elaboraba realmente, en la fábrica “Robel” que empleaba para lanzar al mercado este producto, la fórmula creada por “Helena Rubinstein”, para destronar en la preferencia del mercado a los conocidos “Arrid” y “Odo-Ro-No”, que tenían serios inconvenientes para su uso diario.

El “Arrid” se vendía en unos envases semejantes a los del “colorete Tangee”, que era un producto japonés y embadurnaba desagradablemente los dedos de las damas, agotando además, en desperdicio este producto expendido para controlar el olor de la transpiración.

El caso del “Odo-Ro-No”, era más grave aún. Sus ingredientes, deterioraban rápidamente las fibras de algodón o seda, produciendo indeseables huecos en el área que tomaba contacto con “la zona afectada”, como se decía en “lenguaje cosmético”, para aludir a las axilas.

La aparición del “Yambal de contrabando”, venía a ser algo así como el perfumado adiós a las blusas perforadas y los dedos embarrados.

Era en verdad, un avance significativo de la química cosmética, pero el público, no tenía cómo enterarse de eso.

Del mismo modo, había comprado por buen tiempo, productos de belleza “Made in Paris”, que en realidad, se elaboraban en la cuadra 11 del jirón Varela, en Breña-Lima-Perú-Sud América, para los curiosos.


LA “LÍNEA YAMBAL”

     El sorpresivamente publicitado desodorante “Yambal”, era una barra de color verde, químicamente balanceada para perfumar de manera moderada, al mismo tiempo que eliminaba el desagradable olor del sudor axilar. Todo un avance de la cosmética, logrado luego de incontables experimentos, largas horas de trabajo y una considerable inversión de “Helena Rubinstein Laboratories”.

Y todo esto, ahora, sería aprovechado por mi tío Fernando y mis primos, ya no sólo para limitarse a la elaboración del “Yambal de Contrabando”, que día a día, se iba formalizando con todas “las de la ley.

No. La idea iba más lejos. Ahora, se ampliaría la marca a toda una línea de productos de belleza, que “pirateando” esfuerzos e inversión de “Helena Rubinstein”, ahora estaban destinados a enriquecer a mis ambiciosos parientes.

Entre tanto, yo me había comunicado con mi padre y sumamente nervioso, le había revelado, “mi descubrimiento”, referido a la “fabricación pirata” que se estaba produciendo en la empresa que él había contribuido a fundar, con las más limpias intenciones.

Sin quererlo yo, había abierto las compuertas a un verdadero vendaval que iría a tener desastrosas consecuencias.

(MAÑANA: LA MUERTE ME HACE UN GUIÑO).
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